20.6.08

Y el objetivo es...?

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“¿Y el objetivo es?”, me pregunté a mí mismo

-¿Tiene qué haber un objetivo? -me contestó mi inconsciente.

No, no hay ninguno. Simplemente estoy frente al monitor, con toda esa horrible melancolía.

Me persigue. O más bien no me deja escapar, por más que quiero.

-¿Quieres en realidad?

...
A veces odio a mi subconsciente. Siempre encuentra exactamente la pregunta que me molesta.

Como sea, sin desearlo en realidad...

-¿En realidad?

... Sin estar seguro de desearlo, comencé a pensar y después a leer. Y ahora a escribir.

Y ni siquiera sé qué quiero escribir. O para qué...

-No tiene que haber objetivo, recuérdalo.

Ah, es verdad. De cualquier manera, creo que no podría encontrar ninguno. Pero debería saber lo que quiero escribir.

-O simplemente irte dando cuenta mientras lo escribes.

Llueve. Ha llovido todo el día, en intervalos. Pero ahora no sólo lo noto, sino que me molesta. Vuelvo a darme cuenta que odio la melancolía.

La melancolía es como la lluvia. No puedes predecir cuando llega. Ni tampoco cuando se irá. Te hace extrañar el pasado. Pero nunca ese pasado que quieres recordar. El pasado que es hermoso y que también es presente y, al menos eso esperas, también es futuro.

No.

La lluvia es como la melancolía. Te hace recordar el pasado que ya nunca volverá. No el que crees que no volverá, sino el que sabes que no volverá.

Y por si no fuera suficiente, te hace creer que puede volver. Te hace desear que vuelva, aunque en realidad no quieras que vuelva. Y no sólo eso, sino que cuando lo piensas, cuando piensas “no, en realidad no quiero que vuelva”, te hace pensar en lo subjetiva que es esa realidad. Que si en realidad no quisieras que volviera no lo estarías pensando. Que en realidad el hecho de pensarlo es la prueba irrefutable de que es tu deseo.

Escribo, pues, esta madrugada, sin ningún objetivo.

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