20.8.08

Sal

¡Mírame! Fue la orden que me dio, abrí lentamente los ojos, un trago amargo recorrió mi garganta, y mis piernas temblaron con solo darme cuenta de quien se trataba, pero no me moví. ¡Mírame! Volvió a repetir con mayor intensidad, en ese momento, mi mente rodaba en la idea de que debía hacerlo, pero seguí estática, hasta que sus manos estrujaron mis hombros y me di vuelta, sus dientes mordían mis labios, mírame, fue más una suplica de niño, por primera vez sentí húmedas mis mejillas a causa de sus lágrimas, un sabor exquisitamente deprimente.

Hacia ya tres meses que me había quedado ciega, él se había marchado desde antes, siempre tuvo razón... jamás lo vería llorar.

19.8.08

Idiota

Fue tan triste darme cuenta de que, no importaba cuánto trataba de disfrazarlo, la verdad es que ya estaba enamorado. Y quizá esa misma imposibilidad de estar, precisamente, con aquella a quien en realidad amaba, era lo que provocaba que quisiera estar con alguien más.

Una de tantas cosas que piensas en la madrugada, cuando estás casi a punto de dormirte y dejar de pensar.

La recordé. La vi sonreír, como la había visto hacerlo tantas veces. Sonreí también, sin abrir los ojos para que no fuera a desaparecer de mi imaginación. La vi darse la vuelta y supe que su sonrisa, aún en mis sueños, era sólo de amistad.

Contraje los músculos involuntariamente. “Idiota”, pensé, sin saber en realidad si me refería a ella o a mí.