30.6.08

La cita

by: Andryn

Soplaba el viento entre sus cabellos, jugaba con sus rizos, la despeinaba entre su vaivén. Caminaba altiva, serena, como quien va aplastando a los segundos. La veía desde la ventana, recargado en el sillón del abuelo, era todos los martes, los martes a las 3:30 de la tarde, no había día en que yo faltara a esa cita, secreta para ella, añorada por mí.

A veces un impulso de valentía me hacía correr hacia la puerta e intentar alcanzarla… pero nada, mis piernas flaqueaban a la hora de salir. Seguía aguardando el día en que ella volteara al ventanal y poder sonreír mientras agito mi mano suave, observándola con mis ojos llenos de profunda gratitud por mirarme…pero nada.

Ese nada ocurría siempre, me invadía hasta las entrañas, quería un día fallarle, me lo solía prometer, “uno de estos martes no me asomaré por la ventana”, y así lo hacía, hasta que llegaban las 3:30, entonces me disparaba al sofá, por temor de no hallarla.

Recuerdo una vez cuando paso con su vestido blanco, el cabello recogido y su sonrisa a lo largo, ahí estaba como siempre empapado con su encanto, hasta que ví que alguien más la tomaba de la mano, perdí el apetito, el sueño, la esperanza, pero no dejaba de concurrir al compromiso, imaginando que era yo el que la acompañaba. Pero un ciclo ella dejo de pasar, una, dos, tres semanas. Me enteré por no recuerdo quién, que había caído enferma, quise ir a visitarla, aún así no lo hice.
Hace un mes que el viento no sopla entre sus cabellos, sus rizos ya no se despeinan entre sus juegos, su elegante andar no mata el tiempo, y yo ya no acudo al asiento para esperarla

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