23.6.08

Never Look at the Sun

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Era una mañana tan normal como siempre.
Iba a la escuela y era un poco tarde, así que decidí no cruzar por el mercado.
Tomé una calle que nunca había tomado. No había luces y aún estaba oscuro, pero iba muy rápido, así que no me importó.
Seguí caminando, pero no podía ver el final de la calle.
Me di la vuelta: estaba más oscuro atrás. O así parecía.
Comencé a sentirme nervioso, así que corrí. Pero la calle siguió infinita.

-Esto... nunca termina.. -pensé.
-¿Crees eso? -dijo la voz de un hombre.

Me congelé. La voz había venido de la izquierda. Pero había una pared a la izquierda.
Un hombre con barba apareció por la derecha.

-Pero... lo escuché por la.. -pensé.
-Izquierda. Sí, lo sé -dijo él.

Intenté correr, pero mis piernas no respondían.

-No te vayas tan pronto. Tengo algo que mostrarte.
-Qué... ¿Qué es?
-Cálmate. Te mostraré la forma de llegar a la Verdad.

-Debes bromear!, tú.. -pensé.
-Suficientes pensamientos. Te la mostraré aún cuando no quieras verla, pero primero tienes que creer.
-No puedo creer semejante...
-Puedes y lo harás. Hagamos un pequeño experimento. Te mostraré una pequeña parte de la Verdad.

Dicho esto, me golpeó con su mano en la nuca. Me desmayé.

Cuando desperté, todo era blanco a mi alrededor.

-Pregunta algo -me ordenó la voz del hombre, que sonaba por todas partes.
-¿Preguntar? -dije, confuso.
-Sí, preguntar -contestó una voz.

No era la voz del hombre. Ni siquiera era la voz de un hombre. Pero tampoco era la voz de una mujer. Parecía como si la voz saliera de mi interior.

-¿Quién... quién eres?
-Yo soy todo y soy nada -contestó.
-¿Estoy... muerto? -pregunté.
-No -me contestó la voz.
-El hombre que me golpeó, ¿quién es él? -pregunté.
-Un mensajero que he enviado a buscarte.
-¿A mí?...
-Sí.
-... ¿Por qué a mí?
-Has sido elegido. Puedes ver toda la Verdad, si te atreves...
-¿La Verdad?
-Sí. La Verdad.
-No sé... ¡No sé que hacer! ¿Qué pasará si no quiero hacerlo?
-No puedo decírtelo: No lo entenderías, a menos que conocieras la Verdad.
-Mira, voy tarde a la escuela y ustedes me entretienen con enigmas. ¿En dónde estoy?
-En el centro del universo.
-Realmente tengo prisa y quisiera irme de aquí. No me gusta. Me siento sólo... ¿Hay una forma de salir de aquí?
-Para salir de este lugar, debes desear conocer la Verdad.
-Entonces acepto. ¡Quiero conocerla!

...

Desperté y me di cuenta de que estaba en mi cama.

-¡Un sueño! -pensé.
Intenté recordar el sueño, pero todo lo que venía a mi mente era la última parte: "¡Quiero conocerla!"
Me puse a meditar unos minutos acerca de que era aquello que quería conocer.

Escuché la voz de mi madre en el piso de abajo:
-¡Vas a llegar tarde a la escuela!
El reloj marcaba las 6:40.

Me vestí deprisa y salí de mi casa a toda prisa.
-Hoy es martes... ¡Es día de mercado! -pensé. Así que decidí buscar una ruta alterna.
Tomé una calle que nunca había tomado. Caminé unos minutos, pero no podía ver el final de la calle.
Me detuve de pronto. Creí recordar la situación, como si ya hubiera pasado antes.
-Deja vu -pensé.
-Casi -me dijo el hombre de mi sueño.
Comencé a recordar.
-... Y entonces este sujeto me golpeaba... -eso pensaba, cuando un golpe en la nuca me derribó.

Al despertar, todo a mi alrededor era blanco.
-Pregunta algo -me ordenó la voz del hombre.
-Espera... me golpeaste y justo antes yo... recordaba...
-El sueño -me contestó el hombre-. Ahora pregunta algo.
-¡Ah sí! ¡Ya me acuerdo ahora! Acepté conocer la Verdad, ¿no es cierto?
-Sí, lo es -me contestó la voz sin género.
-¿Qué tengo que hacer entonces?
-Cerrar los ojos un momento cuando yo te diga. Después, cuando vuelvas a abrirlos estarás frente a tu escuela. Pero ya no tendrás que ir, porque lo sabrás todo.
-No se me había ocurrido... voy a saberlo todo y podré hacer lo que quiera. Seré mucho más que cualquier hombre. ¿Alguien más ha visto la Verdad?
-Nadie que aún viva.
-¡Entonces seré el ser más poderoso sobre la tierra! ¡Por fin podré...!
-Ya es el momento. Cierra los ojos.
Obedecí en el acto.

Cuando los abrí, estaba, efectivamente, frente a mi escuela. O eso me hubiera parecido si no conociera la Verdad. Era demasiado.
Podía ver absolutamente todo de cada cosa que pasaba por delante de mí. Que era. Que pensaba. Que había sido. Todo.
Cerré los ojos desesperadamente, pero entonces me di cuenta de que podía escuchar cosas. Y cada sonido se representaba en mi mente como un conocimiento completo.
Conocía el sabor del árbol, aquel árbol donde cantaba un pájaro, ese pájaro era negro, aunque no lo había visto nunca, y medía 27 centímetros.
-27 centímetros, 10.6299212598425196850393700787402 pulgadas -pensé sin querer.
Fui a una tienda y tomé un cuaderno, el mismo donde estoy escribiendo esto, un lapiz y un arma. El personal intentó detenerme, así que los maté a todos. Sé que es lo que hay más allá, de todas maneras.

Esto sucedió hace una hora, tres minutos y veintiocho segundos, según sé. Escribo esto como mi último testimonio. No puedo vivir así. Nadie puede. Lo sé.

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